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miércoles, 2 de julio de 2008

Final Feliz del Niño "Taxista"

Sergi y Araceli, una pareja tarraconense, adopta a Abraham, al que conocieron en la capital de Etiopía, Addis Abeba

por xavier fernández josé |

Trabajaba desde los cuatro años. Fue limpiabotas durante dos años. Vendió recuerdos a los turistas. Ayudó a un taxista vigilándole el coche y haciéndole de copiloto con los padres que viajaban en busca de un niño para adoptar. Su padre, veterano de la guerra de Eritrea, falleció atropellado en una calle de la ciudad. Su hermana mayor fue asesinada por su marido apenas un mes después de casarse. Nunca había ido a la escuela... Es la historia -con final feliz- de Abraham, un niño etíope de doce años, que ahora vive con sus padres adoptivos, Sergi Puig y Araceli Gómez, una pareja tarraconense.

Sergi y Araceli le conocieron hace ya cuatro años cuando se lanzaron a buscar a su primer niño adoptado, Rai. A Rai lo trajeron cuando era sólo un bebé. Fue toda una odisea. Al contrario que la inmensa mayoría de familias, Sergi y Araceli fueron 'por libre' para adoptar al pequeño.

Araceli y Sergi sortearon interminables trámites legales en Europa. Tuvieron que viajar a Madrid y 'pelearse' con los Ministerios de Justicia, Asuntos Exteriores y Sanidad. Se trasladaron a París para llevar una traducción jurada de toda la documentación a la embajada etíope (no hay en España). Y viajaron a Etiopía en busca del pequeño. Era julio de 2004.

Amigo de Pepe Rubianes

Tres años después -agosto de 2007- Sergi y Araceli, unos apasionados de África, decidieron intentar dar una vida mejor a Abraham del que se habían encariñado durante el periplo por Addis Abeba para adoptar a Rai. «Todos los que van a adoptar le conocen», dice con orgullo Sergi. «Es muy amigo de Pepe Rubianes», explica. El actor es un enamorado de Etiopía y pasa largas temporadas en el país africano.

Sergi y Araceli querían traer a Abraham con un visado de estudiante y escolarizarlo en Tarragona. Pero la embajada española no lo permitió. Los visados sólo se dan para estudios de doctorado, no para niños o adolescentes. Sergi tomó un vuelo y se presentó en Addis Abeba. Allí habló con la legación diplomática, con una ECAI (Entidad Colaboradora de la Adopción Internacional) que tramita las adopciones en Etiopía y con Tamiro, el taxista que 'empleaba' a Abraham y que en la práctica ejercía de padre. Y surgió la idea: ¿por qué no adoptar a Abraham?

Escolarizado unos meses

Dicho y hecho. Tuvieron que esquivar algún obstáculo legal -si la familia adoptante ya tiene un hijo, el niño que adopten ha de ser menor que 'su hermano'- y le trajeron a Tarragona. Antes, mientras se cumplimentaba toda la tramitación legal, Abraham fue escolarizado unos meses. El sábado de la semana pasada llegó desde Addis Abeba. Domina el inglés y repite las palabras en catalán que barbotea Rai sin parar.

El pasado jueves, mientras el periodista habla con sus padres, Rai juguetea con un teléfono de plástico y susurra «el mòbil s'ha caigut» cuando el aparato se le cae al suelo. Rai no para de corretear hasta que se emboba con una serie de dibujos animados de la tele. Abraham le mira sonriente. Cuando Rai 'descansa', Abraham deja de observarle. Y su mirada parece perderse en el infinito.

Abraham responde con una pasmosa tranquilidad cuando Sergi le pregunta cuándo falleció su padre y cuándo su hermana fue asesinada. Relata casi en el mismo tono como, al acabar las clases -las primeras a las que iba- jugaba al fútbol con sus amigos a las puertas del estadio nacional etíope.
Visita al Nàstic
¿Sus equipos preferidos? El Arsenal y el Real Madrid. «Le haremos del Barça y del Nàstic», bromea Sergi. «Me gusta el Barça», apunta Abraham. «Pues este año muy mal», le dice el periodista en inglés. «Yes, yes, very bad», coincide Abraham con una sonrisa. «¿Y cómo quién quieres ser?», insiste el periodista. «Like (como) Eto'o», responde con una carcajada. Anteayer mismo Sergi llevó a Abraham a ver al Nàstic. Al entrar en el estadio, Abraham se le abrazó. «Me dio las gracias por llevarle al fútbol», cuenta Sergi.
La carcajada de Abraham se repite cuando se le pregunta por Rai: «It's very funny» («Es muy divertido»), dice. Minutos antes, Rai se le ha subido encima como si fuera un caballito sobre el que galopar.

En Addis Abeba, Abraham tiene un hermano menor -Antana- al que su madre estaría dispuesta a ceder en adopción. Antana, de nueve años, y otra hermana más pequeña, Eden, de siete, sí que han ido al colegio. «It's very good, very intelligent» («Es muy bueno, muy inteligente»), presume Abraham de Antana.

El jueves, cuando el periodista se despedía, Abraham le acompañó a la puerta como un correcto anfitrión. Rai, en brazos de Araceli, se asustó y extendió sus pequeños brazos. «Tranquilo, Rai -le dijo su madre-. Abraham no se va». Cierto. Pero quizá venga Antana. ¿Habrá otra historia con final feliz?
http://www.diaridetarragona.com/dtgn/noticia.php?id=24255&sec=1

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